Dandelion…(III)
Al igual
que una llamarada eran tus rayos
Pajizo
resplandeciente en miles de finas láminas
Componíamos
melodías de sibilantes arrumacos
Éramos
señores de praderas esplendentes y aireadas
Cabalgábamos
día y noche, y el sonido de nuestro deseo
Ruido se
tornó, en los pechos de la envidia
Atronando
entre ventiscas y quebradas
Maleficios
y traiciones
Mas no
comprenden, que la belleza se engrandece
Ante los
malos augurios.
Y de la
ceniza del caído, renace la delicadeza más volátil
Pues de
llegar tiene, un largo camino y será imparable.
Asimiladas
a la caída y restitución del Dandelion.
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